Clicks, caos y crisis inventadas: el día a día silencioso de Comunicación Interna

Índice

Introducción

“No leen los mensajes.” “Todos creen que pueden comunicar.” “El anuncio ya lo vieron en Slack.” “El líder pidió ‘algo rápido y bonito’… otra vez.” “Tenemos cinco versiones distintas del mismo mensaje.”

Si trabajas en Comunicación Interna, estas frases no te sorprenden. Te atraviesan.

En The Internal Voices venimos recogiendo síntomas como estos. Reales. Repetidos. Silenciosos. Son las señales de un problema más profundo: cuando la Comunicación Interna es tratada como táctica, reactiva y superficial… lo que genera no es alineamiento, sino confusión. No es cultura, es ruido. Y ese ruido tiene un costo. Uno que pocas veces se mide.

“Los clics tranquilizan. La comprensión transforma.”

Clicks no son comprensión

Medir clics es fácil. Medir comprensión, no.

Por eso muchas áreas siguen reportando lo visible: “Este mensaje tuvo 2.500 aperturas”. “Llegamos al 80% de la organización”. “Duplicamos la tasa de clics respecto al mes anterior”.

Pero nadie dice: ¿Lo entendieron? ¿Generó confianza? ¿Tomaron decisiones distintas después de leerlo?

Los datos no son el problema. El problema es quedarnos solo con ellos.

Lo que no se mide, también importa. Y en Comunicación Interna, lo que importa es invisible al dashboard pero evidente en la cultura.

La claridad no aparece en el dashboard, pero se siente en la organización. Se nota cuando hay menos preguntas, menos errores, más autonomía.

“Un mensaje que nadie entiende no es comunicación. Es ruido con diseño bonito.”

La verdadera CI no busca clics. Busca generar movimiento.

Delivery importa tanto como el mensaje

Uno de los grandes errores en CI es obsesionarse con el contenido y olvidar la entrega. Un gran mensaje mal distribuido es una oportunidad desperdiciada. Porque no es solo lo que dices, sino cómo, cuándo y desde quién lo dices.

El delivery define experiencia. Un mismo mensaje puede inspirar o irritar, según quién lo diga, en qué canal, y en qué momento lo reciba el equipo.

“Si no hay intención en la entrega, no hay CI. Hay marketing interno con fecha de caducidad.”

El síntoma es técnico. El problema es cultural

Cuando un colaborador no abre un mail, no es necesariamente desinterés. Puede ser desconfianza. Fatiga. Ruido acumulado. O una cultura donde la información se instrumentaliza más que se comparte.

Cuando una líder pide que “bajes un mensaje bonito”, no es solo desconocimiento. Es un reflejo del lugar que la organización le ha dado a la CI: ejecución, no estrategia.

Cuando hay caos de canales, mensajes duplicados o confusión entre áreas, no falta una herramienta. Falta una voz. Y falta propósito.

“Si el caos se repite, no es casualidad. Es cultura disfrazada de ineficiencia.”

“Mientras la CI dependa de liderazgos que la ven como un canal y no como una voz estratégica, el ruido seguirá siendo disfrazado de comunicación.”

Febrero (Agosto): el mes que parece en pausa, pero donde todo se reconfigura

Mientras muchas áreas se toman un respiro, hay otras que afilan el lápiz. En febrero (agosto) no se comunican grandes cambios… pero se cocinan. Las decisiones más estratégicas del año —reestructuraciones, migraciones digitales, rediseños culturales— suelen definirse cuando el ruido baja y la mirada se concentra.

¿Y la Comunicación Interna? No está ausente. Mayormente está fuera del zoom. Literal y simbólicamente.

Y eso es peligroso. Porque si CI no está cuando se decide el rumbo, no está en la estrategia, lo único que podrá hacer después… es relatarlo. Aunque no lo haya influido.

“Agosto no es un mes muerto. Es el ensayo general de los cambios que después CI tendrá que sostener.”

¿La alternativa? Infiltrarse en la conversación estratégica. Escuchar lo que no se dice. Leer señales débiles. Volver a conectar con propósito. Y preparar una narrativa que no traduzca lo que otros decidieron, sino que abra preguntas antes de que las decisiones se cierren.

Conclusión

La Comunicación Interna del futuro no se mide por volumen, sino por impacto. No por cuántos mails se envían, sino por cuánta claridad y confianza generan. No por cuántas campañas se lanzan, sino por qué cambios sostienen.

“Podemos seguir hablando de cultura en los townhalls. O podemos hacerla parte del día a día, renunciando a la comodidad de medir clics y abrazando el riesgo de construir confianza.”

“Si seguimos midiendo lo visible pero ignorando lo valioso, no es el colaborador quien falla. Es el liderazgo el que abandona el sentido.”

“No todo lo que se envía es comunicación. No todo lo que tiene diseño es cultura. Y no todo lo que hace ruido genera conexión.”

“Una CI que prioriza el KPI por sobre la conversación, termina generando decorado… no diálogo.”

En The Internal Voices seguiremos visibilizando lo que no siempre se dice: Que la CI no es adorno. Que no es “algo que acompaña”. Que cuando se hace con estrategia y propósito, deja de ser un área operativa… y se convierte en un músculo cultural real, incómodo y necesario.

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