Columna de opinión: El delivery tranquiliza. La narrativa transforma

- trinimaturana
- Reflexiones y Opinión
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De los tips bien intencionados a una Comunicación Interna que diseña cultura (y no solo contenido).
Últimamente, LinkedIn se ha llenado de consejos rápidos para quienes trabajamos en Comunicación Interna.
“Acorta tu plan de comunicaciones.” “Evita los acrónimos.” “Pasa más tiempo con equipos de primera línea.”
Todos son ciertos. Todos son válidos y, todos tienen buena intención. Pero también hay algo que me preocupa: cuando solo circulan tips, pareciera que el valor de nuestra disciplina se reduce a lo instrumental. Y a mi juicio no, no basta.
No estamos aquí solo para facilitar el delivery, mejorar el formato o empatizar con el equipo.
Estamos aquí para sostener cultura. Para incomodar cuando nadie más lo hace. Para traducir decisiones complejas en sentido comprensible. Para diseñar conversaciones que no están en el protocolo, pero sí en el alma de la organización.
“Si solo hablamos de lo que se ve, corremos el riesgo de invisibilizar todo lo que importa.”
Porque el trabajo de CI no se mide por lo simple que se vuelve un posteo. Se mide por lo complejo que puede llegar a ser sostener una narrativa con legitimidad, coherencia y propósito. Y eso no cabe en un carrusel de cinco tips.
Esta columna no busca desacreditar a quienes comparten buenas prácticas. Al contrario: celebro que la Comunicación Interna esté teniendo visibilidad, y bastante visibilidad. Pero no podemos permitir que esa visibilidad venga a costa de reducir el trabajo a consejos prácticos sobre el “buen hacer”. Estamos para narrar historias, hablar de propósito y poner sobre la mesa lo que se juega en cada decisión cultural.
“Comunicación Interna no es maquillaje emocional. Es arquitectura de confianza.”
Y esa arquitectura no se improvisa. Se diseña con estrategia, se ajusta con sensibilidad, y se construye —día a día— desde adentro. Porque si hay algo que sí sabemos hacer desde CCII es leer las capas subterráneas de la cultura, escuchar las voces que no piden permiso para sentirse, y hacernos cargo o incluso amplificar lo que se murmura cuando el CEO sale de escena.
Tú, ¿qué opinas?
Porque narrar cultura no es solo un trabajo. Es un privilegio y una responsabilidad.
¿Te has sentido también entre tips y profundidad?
¿Cómo lo vives tú?